Cuatro paredes me rodean, en ellas un pequeño silencio, los días pasan y cada día es igual al anterior ,
roto, confuso, lluvioso, insoportable, la luz es demasiado brillante y me hace
doler la cabeza, no sé si pueda soportarlo más, ya se me olvido si me gusta el
café con dos cubos de azúcar o sin ninguno , ya se me olvido si me gusta
más el color azul o el morado no quiero llenarme la cabeza de cuestionamientos
idiotas, ya no hay más preguntas todo porque ya toda respuesta no me queda
clara, las palabras se me acabaron, las explicaciones también, las ganas de un
día soleado también, de repente cualquier día es aburrido y vacío, ya
hasta podría cambiar un sábado por un lunes, total, todos son iguales, llenos,
si, llenos de vacíos, esos días en los que ya esta tarde pero no quieres
levantarte de la cama por que no encuentras un motivo razonable por hacerlo, te
levantas y no hay nadie, vuelves y te acuestas y así repetidamente, en ellos
falta usted, pero no está, las letras se ponen borrosas, ya no sé qué hay entre
ellas, solo son letras simples que llenan una página, el aire corre por la
ventana, mientras yo estoy aquí sentada viendo cómo pasa el tiempo, para después
quejarme de por qué lo deje pasar, de vez en cuando cada persona se me acerca, empieza
a hablarme, a contarme cosas, dicen que la confianza que inspiro es demasiada,
y se dan cuenta de eso luego de contarme casi toda su vida y problemas en el
menor tiempo, pero ninguno se atreve a hacer lo mismo con migo, no espero eso
de vuelta pero sería bueno que lo hicieran, lo que más me gusta ahora es escuchar
a los demás, ahí te das cuenta que no solamente a ti te pasan cosas malas, que
no eres la única que no puede dormir en las noches por que los pensamientos no
te dejan, que la compañía que de los demás reciben es casi parecida a la que tú
tienes, esa nada, un simplemente hola y la presencia a distancia, solo hay
soledad, pero qué más da, no se atreven a escucharme, o quizás soy yo la que no
me atrevo a hablarles, mi confianza es así, rara, esa que se regala pero que no
se tiene, la dificultad de decir las cosas sin miedo a nada cada vez es mayor,
pero aquí vamos, en este sin fin de tiempo a mi favor, pensando en esas cosas
que no hago, la pereza invade, ya hasta parece aburrido escribir, leer,
escuchar esas canciones que son mis favoritas, ya no hay motivación, se está
acabando, el sentido de las cosas se está perdiendo y yo no hago nada, solo
espero a que se sigan yendo y acabando, viviendo esta rutina aburrida, esa que
ya se había ido pero que volvió con ese tiempo a mi favor, con esos días en los que al final solo hay una
cosa que los vuelve un poco interesantes, usted y este amor clandestino, ese
que se va en forma de humo, y vuelve con el mismo viento.
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